jueves, 16 de febrero de 2012

¿Qué nos pasó?, ¿quién nos cambió?, ¿quién nos hizo?, ¿qué nos modificó?.
Si el tiempo se calcula en días, meses, minutos, horas, ¿en qué se calcula lo que uno siente, lo que uno piensa?.
Nada es fácil y nada es difícil. Tenemos que pensar que nuestros problemas al lado de alguien que está enfermo son banales, pero a comparación de alguien que es feliz son abismales.
Aunque pensándolo mejor, ¿quién es feliz?. Quién se cree con la autoridad suficiente para decir “soy feliz”. Yo, muchas veces lo he dicho, y creo que si lo pienso un minuto, y volvemos a la cuestión del tiempo, lo puedo volver a repetir.
Sin embargo, no voy a negar en lo absoluto, que si me pongo a reflexionar otro rato más también puedo llegar a muchas conclusiones de por qué no soy tan feliz como creo.
En el rol de comunicadora tendría que haber definido varios términos que use antes de com
enzar a desarrollar lo que se asemeja a contenido. Pero mínimamente me veo en la obligación de definir el uso que le doy a la palabra felicidad.
Felicidad: no tengo la menor idea qué significa.
Lo más gracioso es que la busco hasta por debajo de la cama y me quejo cuando no la tengo.